LÍO DE CERROS (Origen del cerro Picacho)
Cuentan nuestros abuelos que el cerro PICACHO
tenía una hermana que se llamaba YANAHUANGA, que era menor que él y le
reclamaba su herencia. Ella tenía dudas que le acepte porque el PICACHO era muy
ambicioso, comía solo y no invitaba a nadie y por eso siempre estaba gordo y
cachetón, lleno de vida.
Entonces ella se presentó ante él y le dijo:
- Hermanito quiero que me
des mi herencia, ya estoy grandecita y quiero casarme. Dame lo que me
corresponde de la herencia que nos dejó el papá.
El picacho responde con
cólera.
- Lárgate de aquí no te
daré nada. A mi no me has encargado la herencia de tu papá.
YANAHUANGA triste,
insiste:
- Hermanito no me niegues,
dame esa altura en donde cae el hielo, yo quiero pastear mis ovejas.
- Ya te he dicho que no
porfíes, además tenemos nuestro hermano menor que dirá él. Llámalo.
- CHAPARRILLL........,
CHAPARRILLLLLLLL...... CHAPARRIL se presenta guapo:
- Cholo si no me das el
valle de Lambayeque te hago problemas. Te demando ante el juez y de segurito el
abogado te saca plata hasta de las uñas y te quedas pobre.
- Eso si que no te acepto
cholo; si quieres te doy los valles de Coimolache – responde el PICACHO.
Se alían CHAPARRIL con YANAHUANGA y se
enfrentan al PICACHO y lo amenazan.
PICACHO reflexiona y
piensa: estos mis hermanos hablan en serio. Entre los dos me pueden ganar.-
Hermanitos por qué vamos estar en líos, mejor hagamos una apuesta: Correremos
desde el valle de Cajamarca hasta el valle de Lambayeque y el que llega primero
es dueño. Los hermanos aceptan y pactan que la carrera debe comenzar a la
primera luz del día.
El PICACHO palangana y muy
seguro dice para sí:
- A estos gafos de mis
hermanos les gano en un dos por tres, pues estoy acostumbrado a correr largas
distancias sin cansarme. Sus hermanos se van a alistar sus quipes y fiambres
para el camino; mientras que él llama a su sirviente EL PICACHILLO y le ordena
que le traiga harta coca y cañazo.
- Apúrate Picachillo,
quiero armarme, tengo un pleito con esos pobres diablos de mis hermanos y tengo
que ganar.
Se ponen a chacchar y a
tomar su cañacito hable y hable de sus hermanos, que Yanahuanga es una
polaineja, que el Chaparril es un vago y que ambos son unos desconsiderados.
Toman y coquean hasta emborracharse y finalmente se quedan dormidos.
Amanece, el taita sol
alumbra por las jalcas. EL PICACHO y su sirviente siguen durmiendo. A eso de la
una de la tarde, se levanta EL PICACHO asustado.
- PICACHILLO desgraci’o,
ya nos fregamos, mis hermanos ya llegaron al lugar que querían y nosotros como
tontos nos hemos quedado dormidos.
Efectivamente, YANAHUANGA
estaba feliz pastando sus ovejas y EL CHAPARRIL bailando en la costa lleno de
árboles frutales. EL PICACHILLO llora
desconsolado:
-Patroncito hemos perdido
la apuesta, ellos están disfrutando de la herencia y nosotros cubiertos de
espinas de ratón y pajas. EL PICACHO lleno de cólera se desquita con su
sirviente; le da un sopapo y manda lejos su sombrero.
- Tú tienes la culpa por
no despertarme temprano, ahora viviremos en estas alturas cubiertos de paja y
temblando de frío. Entonces se quedaron petrificados.
Hoy los caminantes, al
pasar por Morán Lirio, contemplan absortos al PICACHO, alto y puntiagudo, y
junto a él, su fiel picachillo agachado y sin sombrero. Ambos tristes y
avergonzados cubiertos de paja.