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lunes, 6 de agosto de 2018


LÍO DE CERROS (Origen del cerro Picacho)

 Cuentan nuestros abuelos que el cerro PICACHO tenía una hermana que se llamaba YANAHUANGA, que era menor que él y le reclamaba su herencia. Ella tenía dudas que le acepte porque el PICACHO era muy ambicioso, comía solo y no invitaba a nadie y por eso siempre estaba gordo y cachetón, lleno de vida.
 Entonces ella se presentó ante él y le dijo:
- Hermanito quiero que me des mi herencia, ya estoy grandecita y quiero casarme. Dame lo que me corresponde de la herencia que nos dejó el papá.
El picacho responde con cólera.
- Lárgate de aquí no te daré nada. A mi no me has encargado la herencia de tu papá.
YANAHUANGA triste, insiste:
- Hermanito no me niegues, dame esa altura en donde cae el hielo, yo quiero pastear mis ovejas.
- Ya te he dicho que no porfíes, además tenemos nuestro hermano menor que dirá él.  Llámalo.
- CHAPARRILLL........, CHAPARRILLLLLLLL...... CHAPARRIL se presenta guapo:
- Cholo si no me das el valle de Lambayeque te hago problemas. Te demando ante el juez y de segurito el abogado te saca plata hasta de las uñas y te quedas pobre.
- Eso si que no te acepto cholo; si quieres te doy los valles de Coimolache – responde el PICACHO.
 Se alían CHAPARRIL con YANAHUANGA y se enfrentan al PICACHO y lo amenazan.
PICACHO reflexiona y piensa: estos mis hermanos hablan en serio. Entre los dos me pueden ganar.- Hermanitos por qué vamos estar en líos, mejor hagamos una apuesta: Correremos desde el valle de Cajamarca hasta el valle de Lambayeque y el que llega primero es dueño. Los hermanos aceptan y pactan que la carrera debe comenzar a la primera luz del día.
El PICACHO palangana y muy seguro dice para sí:
- A estos gafos de mis hermanos les gano en un dos por tres, pues estoy acostumbrado a correr largas distancias sin cansarme. Sus hermanos se van a alistar sus quipes y fiambres para el camino; mientras que él llama a su sirviente EL PICACHILLO y le ordena que le traiga harta coca y cañazo.
- Apúrate Picachillo, quiero armarme, tengo un pleito con esos pobres diablos de mis hermanos y tengo que ganar.
Se ponen a chacchar y a tomar su cañacito hable y hable de sus hermanos, que Yanahuanga es una polaineja, que el Chaparril es un vago y que ambos son unos desconsiderados. Toman y coquean hasta emborracharse y finalmente se quedan dormidos.
Amanece, el taita sol alumbra por las jalcas. EL PICACHO y su sirviente siguen durmiendo. A eso de la una de la tarde, se levanta EL PICACHO asustado.
- PICACHILLO desgraci’o, ya nos fregamos, mis hermanos ya llegaron al lugar que querían y nosotros como tontos nos hemos quedado dormidos.
Efectivamente, YANAHUANGA estaba feliz pastando sus ovejas y EL CHAPARRIL bailando en la costa lleno de árboles frutales.    EL PICACHILLO llora desconsolado:
-Patroncito hemos perdido la apuesta, ellos están disfrutando de la herencia y nosotros cubiertos de espinas de ratón y pajas. EL PICACHO lleno de cólera se desquita con su sirviente; le da un sopapo y manda lejos su sombrero.
- Tú tienes la culpa por no despertarme temprano, ahora viviremos en estas alturas cubiertos de paja y temblando de frío. Entonces se quedaron petrificados.
Hoy los caminantes, al pasar por Morán Lirio, contemplan absortos al PICACHO, alto y puntiagudo, y junto a él, su fiel picachillo agachado y sin sombrero. Ambos tristes y avergonzados cubiertos de paja.

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